lunes, 21 de enero de 2008

Cañones o mantequilla (I): preguntas y sistemas

Como primer artículo del blog he elegido uno basado en un clásico de la economía y que no es otro que el que utilizó el nobel Samuelson para ilustrar el dilema al que se enfrentan todas las sociedades humanas y, de paso, por qué a los países les gusta tanto producir armas, por muy incorrecto que sea políticamente hablando.


Preguntas básicas de la economía


Un periodista, al redactar una noticia, debe responder a las 5 W: what, who, where, when & why (qué, quién, cuándo, dónde y por qué). Del mismo modo las sociedades humanas deben responder a tres problemas económicos fundamentales. Todas las sociedades humanas – desde el más industrializado del mundo hasta una tribu perdida en el corazón del Amazonas – deben responder qué bienes/servicios y en qué cantidad se producen, cómo se producen y para quién se producen.

¿Qué bienes y servicios producir y en qué cantidad? Al ser los recursos disponibles escasos y susceptibles de muchas utilizaciones, la sociedad tendrá que administrarlos y asignarlos. Por ejemplo, ¿producirá cañones o mantequilla? ¿Unos cuantos automóviles de gama alta o muchos automóviles baratos? ¿Más productos agrícolas o más productos industriales?

¿Cómo producir y distribuir dichos bienes y servicios? Si los recursos son escasos no se deben derrochar, la selección de los recursos y técnicas para producir puede ser fundamental. ¿Se utilizarán máquinas o trabajadores? ¿Cuál será la fuente de energía elegida para generar electricidad? ¿Se optará por un sistema productivo contaminante o por otro más ecológico pero más caro?

¿Para quién producir? No es una pregunta tan fácil de contestar, no siempre recogen los frutos quienes los siembran. ¿Tendrá todo el mundo acceso a los bienes? ¿O únicamente quien pueda pagarlos? ¿Se facilitará un consumo mínimo a los más necesitados?


Los sistemas económicos

Al contestar a estas preguntas de una manera u otra, las sociedades satisfacen sus necesidades al tiempo que establecen fórmulas de reparto de los distintos recursos entre la población. Si se relacionaran los sistemas económicos con el ajedrez, éstos serían los planteamientos estratégicos adoptados por un jugador para ganar la partida (por ejemplo salir de peón de rey o peón dama) pero llevado al terreno económico. En las sociedades democráticas la mayor parte de las tres preguntas básicas se resuelven a través el mercado, denominación que recibe el lugar donde las personas intercambiamos bienes y servicios, normalmente a cambio del dinero. Las empresas producen aquello que genera mayores beneficios dentro de lo que se demanda (el qué) mediante los métodos de producción menos costosos (el cómo) para quien quiera y pueda pagarlo (el para quien). En la medida que es el mercado quien asigna recursos este sistema económico recibe el nombre de economía de mercado. A este tipo de economía también se le denomina capitalista porque confiere más poder a quien más medios de producción acumula.

En el polo opuesto de la economía de mercado se encuentran las economías autoritarias. En este caso, las tres preguntas básicas de la economía no son resueltas por el mercado sino de forma unilateral por un gobierno o autoridad central, como puede ser el jefe de una tribu, un dictador o una economía socialista, como la que existió en la extinta Unión Soviética y que sobrevive con matices en Cuba o China. Concretamente para este último caso las empresas (propiedad del estado) producen lo que necesita con independencia de los beneficios (el qué) empleando los métodos de producción necesarios (el cómo) para el bienestar de todos los ciudadanos. El mercado no existe y todo es resuelto conforme a lo que establezca una autoridad de planificación central de acuerdo con el ideal socialista de un reparto igualitario de la riqueza.

La llamada economía de mercado nunca ha existido en estado puro exceptuando una determinada etapa en la Inglaterra del siglo XIX, conocida con el nombre de “capitalismo salvaje”. Las revueltas y los problemas sociales fueron tan graves que el gobierno tuvo que reintervenir muchas áreas de las que habían quedado a merced del mercado. En cuanto a los distintos países que han probado suerte con la economía socialista es indudable que han acabado por funcionar como dictaduras encubiertas muy lejos del ideal humanitario de igualdad pretendido en principio.

Como la experiencia ha determinado que tanto la ausencia de autoridad como la de mercado pueden producir resultados nefastos, en la práctica se ha optado por un sistema intermedio a caballo de ambos sistemas denominado mixto. Las economías mixtas combinan mercado y autoridad en la medida que lo estima oportuno. En general, el mercado es el principal asignador de recursos pero la autoridad interviene y gestiona ciertas cuestiones por razones de interés público. El grado de participación o intervención de la autoridad es lo que determina que una economía sea más o menos capitalista. A más intervención, menos poder de los agentes privados y viceversa.

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