viernes, 25 de enero de 2008

El empleadísimo de los 4.900 millones de euros

La Societé Generale, uno de los primeros bancos franceses, detecta un agujero de 4.900 millones de euros, cita a declarar al responsable y después lo manda de rositas a casa.

Todo esto sucedió durante un fin de semana. A renglón seguido la dirección de Société Générale decide proceder a una liquidación de los valores falsos sin demora y, por tanto, sin poder esperar a una recuperación de los mercados, que estaban atravesando una jornada negra. "No somos especuladores", diría posteriormente SG. Con el empleado en casa a la espera de ser citado nuevamente y la cartera saneada por fin se pone todo en manos de la justicia. Por supuesto, a esas alturas, el pájaro ya no estaba en la jaula.

Impresionante. Vale que el empleado gozara de la máxima confianza (comportamiento irreprochable desde su contratación en 2000), fuera un experto en informática bancaria (que explique SG qué clase de seguridad tienen que permite que un empleado se salte a la torera el sistema) y, precisamente, estuviera a cargo de la detección de malas prácticas bursátiles (debía ser el único, claro), pero hay demasiadas sombras en la actuación de quien ahora se dice estafado, un pobrecito banco de esos que declara miles de millones de beneficios al año. Con la decisión de no poner el caso inmediatamente en manos de la justicia más bien suena a: “en cualquier momento soltamos a los perros, tú sabrás” parecieron decirle al empleado guiñándole un ojo de paso. Por supuesto, SG dirá que no quiso provocar el pánico bancario y que obró en nombre del bien general pero si existía la suficiente confianza como para confiar en que el empleado permaneciera en casa hasta nueva orden, también se podía esperar que aceptara ser detenido cautelarmente con la discreción oportuna, sobre todo si SG iba a vender los títulos falsos estuviera como estuviera el mercado bursátil. Decisión más que lógica por otra parte: si el mercado bursátil cotizaba al alza los títulos se venderían bien mientras que, en un mercado en descenso, a nadie llamaría la atención que SG se desprendiera a la baja de sus títulos, como así ha sucedido finalmente.

Si SG pretendía aparecer como víctima se han equivocado porque tender un puente de plata a un “mal” empleado que huye tiene otras lecturas. La primera, más que obvia, es que quizás este empleado sea inocente y, a fin de cuentas, obró con la connivencia o la aprobación de sus jefes. Si todo hubiera salido bien, nunca nos habríamos enterado de nada pero como ha salido mal, lo echan a los leones y asunto arreglado. A fin de cuentas solo era un “mingungi” que ganaba 100.000 euros dicen desde la SG, los cuales también afirman que el empleado no ha aprovechado su situación de privilegio para enriquecerse. Sorprendentemente, todos los medios de comunicación, sin excepción, hablan de fuga y no de desaparición. Confío efectivamente en que se trate de una fuga y al final este hombre sea puesto a disposición de la justicia para, de esta forma, conocer su versión de los hechos pero cabe también la posibilidad de que Jérôme Kerviel, el empleadísimo, se halle en algún lugar más insano que en una playa del Caribe como por ejemplo a dos metros bajo tierra.

No hay comentarios: