lunes, 4 de febrero de 2008

Cañones o mantequilla (IV): sistemas económicos y coste de oportunidad

Sistemas económicos y coste de oportunidad

En términos económicos, la elección entre cañones y mantequilla es indiferente. Quien produzca lo primero podrá intercambiarlo por lo segundo en el mercado internacional y viceversa. A la hora de ilustrar las elecciones de los países en materia de producción, Samuelson eligió intencionadamente dos bienes que representaran el dilema de elección entre el gasto militar y el gasto civil porque siempre hay una tercera opción que no es otra que el país guerrero utilice sus cañones para apropiarse de la mantequilla del país gordo. “Los cañones nos harán poderosos, la mantequilla solo nos hará engordar”, es una frase pronunciada por el nazi Herman Goering en 1936 a propósito del esfuerzo que en esa época estaba realizando la Alemania fascista en gasto militar. Alemania, un país derrotado y humillado tras la 1ª Guerra Mundial, concentró los gastos gubernamentales en la producción de armamento militar. La construcción de armas y equipos militares a gran escala que siguió, propició al auge de las fuerzas armadas y la elaboración de proyectos destinados a una guerra de conquista. El sistema fascista de “economía armamentística” llevó a Alemania a lograr el pleno empleo y a niveles de prosperidad desconocidos desde antes de la 1ª Guerra Mundial pero también a una nueva guerra mundial.

Nos sorprende una y otra vez que lo primero que hacen los países pobres, con necesidades acuciantes allá donde se mire, es armarse hasta los dientes. Pero no es una opción ética sino práctica. La elección de los cañones es mucho más flexible que la de la mantequilla. En primer lugar está el orden interno del país. En los países pobres el sistema económico se aproxima mucho más al de una economía autoritaria que al de una economía de mercado. Y las economías autoritarias responden unilateralmente a las preguntas básicas de la economía imponiendo sus decisiones al resto de la población. En la medida que son unos pocos quienes deciden el destino de muchos, la imposición de las decisiones no siempre son populares de tal forma que el respaldo de las armas no está de más. Un segundo grupo de razones son las defensivas. Si el país logra cierto crecimiento económico y empieza a producir cierta cantidad de mantequilla, puede atraer la envidia de sus vecinos y ser invadido. Tanto los países pobres como los ricos producen cañones pero éstos, a diferencia de los primeros, no necesitan apropiarse de la mantequilla del vecino. Comparativamente gastan mucho más que los países pobres aunque sus porcentajes de gasto sobre el presupuesto total sean menores. A nadie se le escapa que lo que gasta Corea del Norte en armamento es mucho menos que lo gasta EE.UU. por mucho que los primeros destinen un 20% de su presupuesto total a armamento y los segundos solo un 5%. Se pudiera pensar que cuando hablamos de países guerreros estamos hablando de países “tildados” de revoltosos como Corea del Norte o Irán o de la gran potencia militar de la actualidad, los EE.UU pero los principales productores de armas del mundo son casi todos los países “tildados” de desarrollados o industrializados.

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